Capítulo 1

Un grito, eso es lo que me despierta, un horrible grito. Mi hermana Alice está sentada a mi lado, está pálida y sus labios tiemblan. Le obligo a tumbarse y le acaricio el pelo para que se relaje, es sedoso y liso, al igual que el mío es de color rojo, un rojo que recuerda al fuego. Se vuelve a dormir al instante. Le doy un beso en la mejilla y bajo a la cocina, sé que al contrario que ella yo no podré dormirme.

Miro el reloj de madera que hay colgado en la pared, las agujas marcan las ocho y media. A estas horas lo normal es que mi padre salga de casa para trabajar en la central, pero hoy no, hoy es la cosecha, nadie irá a trabajar.

Corto un trozo de pan duro que sobró ayer y salgo al patio de mi casa. La encuentro acurrucada en uno de los cubos de basura que mi madre compró hará unos cinco años.En cuanto me ve corre hacia mí, sabe para que he venido. Le doy el trozo de pan y la acomodo en mi regazo. Acaricio su pelaje , es suave y huele a hojas secas. 

Mi nombre entrará veinticuatro veces hoy – le digo con voz dulce- no he dejado que Alice pida teselas, es su primer año, no me gustaría que le tocase entrar en los juegos con solo doce años. 

Sé que no puede responderme, ¿cómo iba a hacerlo, es una zorra?. 

Oigo un ruido muy fuerte en mi casa. Me despido de mi peluda amiga y entro corriendo. Mi hermano Peter está sentado en una silla de la cocina, sostiene un vaso de agua y tiembla.

 ¿ Qué ha pasado?- le pregunto agarrándole la mano. 

- He soñado que salías tú en la cosecha- dice en voz bajita- y no quiero que eso pase. 

- No va a pasar te lo aseguro – digo para tranquilizarle. 

Aunque no es del todo seguro, mi nombre entrará muchas veces en la urna, tengo muchas posibilidades de salir, aunque también es verdad que otras chicas también piden teselas. 

En ese momento mi madre entra en la cocina, cuando ve que estoy agarrada de la mano de Peter sonríe, no entiendo por qué pero luego caigo en la cuenta. No soy muy sociable , así que mi madre habrá sonreído porque es raro verme encariñada con alguien. 

Sale de la cocina y va al naranjo que tenemos en el jardín, si es que eso se puede llamar jardín porque prácticamente consiste en cuatro hierbas mal regadas y un naranjo. Con las tres naranjas que ha cogido hace zumo para los cinco que somos en casa. Me manda despertar a mi padre y a Alice para que vayan a desayunar y luego empecemos a prepararnos para la cosecha. Aunque todavía son las nueve y media le hago caso porque la verdad es que tardaremos un rato en prepararnos porque somos mucho en la familia. 

La respiración de Alice es leve, así que deduzco que no está teniendo ninguna pesadilla. Le despierto haciéndole cosquillas con mi pelo en la punta de la nariz y ella se ríe, luego me empieza a hacer cosquillas y acabamos dándonos almohadazos. Luego despertamos a mi padre a base de un susto de muerte, él nos abraza y empieza ha hacerle pedorretas a Alice. 

Cuando llegamos a la cocina mi madre ya ha preparado el desayuno. Medio vaso de zumo y una rebanada de pan duro para cada uno, ese es el desayuno en la zona más pobre del distrito cinco. 

Me toca la primera en el turno de ducha, cuando acabo dejo que el pelo se me seque al aire y voy a mi habitación , sobre la colcha de mi cama hay dos vestidos. Uno es azul y debe llegar por las rodillas, al lado suyo hay unos calcetines de color blancos. Ese es el vestido de Alice. El mío está al otro lado de la cama. Es verde , un verde suave y tiene un lazo blanco por debajo del pecho, al lado suyo también hay unos calcetines blancos . Ese es el mío. Me visto y me recojo el pelo en un moño que me enseñó a hacer mi abuela cuando tenía cinco años, unos meses antes de que muriese de hambre. 

Cuando llego a la cocina mi hermano y mi padre ya están listos. Mi padre dice que ayude a Alice con su vestido . Cuando llego a la habitación Alice está sentada sobre la colcha inmóvil. Me siento a su lado y la miro durante un rato, al minuto ella se levanta y empieza a vestirse. Si hay algo raro en mi hermana es eso, es impredecible. Cuando se viste me pide que le haga un moño como el mío. 

 Es la una cuando llegamos a la cocina salimos de casa y tocamos en la puerta de mis vecinos. Su hija Sarah es mi mejor amiga. También tienen un hijo, se llama Aaron y debe tener dos años más que nosotras, él tampoco me cae mal. 

Llegamos a la plaza y pasamos por registro, la plaza de mi distrito es grande, es normal porque el distrito cinco debe tener unos catorce mil habitantes y todos deben asistir a la cosecha. 

 El reloj da las dos y aparecen en el escenario Nicky Yorks, la encargada de sacar los nombres de la urna en el distrito cinco, Dalia Brown, la que será mentora en los juegos, ganó hace unos quince años y hay gente que afirma que está un poco loca, yo creo que es verdad, porque a veces la he visto comportarse como una niña de cinco años, y el alcalde, Kevin Wood que empieza a leer el discurso de todos los años. 

Yo no presto atención, solo pienso que por favor no sea ni yo, ni Sarah ni mucho menos Alice, quiero que sea una de esas niñas de la ciudad que se meten conmigo porque según ellas soy demasiado inteligente y eso altera tu personalidad. 

Nicky se acerca al micrófono y con su ridículo acento del capitolio exclama:


- ¡Bienvenidos a los septuagésimocuartos juegos del hambre! Y que la suerte esté siempre de vuestra parte. Ha llegado el momento de elegir a nuestros tributos del distrito cinco. Como siempre, las damas primero. 

Se acerca a la urna de las chicas y coge un papel al azar, luego se acerca el micrófono y se prepara para leer el nombre de la desafortunada. Por favor un de la ciudad , una de la ciudad suplico. 

- Booke Green 

Pero no es ninguna de ellas. Soy yo .